27 de septiembre de 2011

patas de lobo

cuando era niño, más niño que ahora, disfrutaba de estar descalzo, de sentir los elementos atacando mis pies.

sentir que el suelo estaba vivo, que mutaba debido a los cambios del día, de la temporada.

sentir el calor del sol que golpeaba los dedos, que los hacía despertar, que los llamaba a voltear hacia arriba.

sentir el agua procedente de muchos lados. el agua de lluvia que caía y refrescaba, el agua de la tierra mojada, del pasto con brisa.

sentir el frío del viento que soplaba, que movía los bellos vellos.

me gustaba mirar mis pies y saber que la suciedad que tenían debajo de ellos era la experiencia de lo vivido, que me llevaba algo de algún lugar. que el dolor de pisar una piedra era por el hecho de haberla sentido.

no sé en qué momento cambié, en qué momento me privé de disfrutar esto. dirían algunos que a eso se llama crecer, que la tendencia natural de la vida es madurar.

sé que por el otro lado dirán que esto es fácil, que solamente tengo que desnudar mis pies, que estoy haciendo mucho drama por unos zapatos opresores. esto va más allá del calzado, es limitamos por "crecer", estoy seguro que cada uno de ustedes, queridos y escasos lectores, se han privado de un comportamiento de la misma naturaleza.

los elementos están ahí solo falta que desnude a mis pies, que me permita hacerlo.

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